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13/11/24

Poema de Leandro Murciego

  


En su boca habitaba un mar de bandera celeste,

una ruleta rusa que no escatimaba premios,

un oasis y todos los desiertos.

Sus besos eran la biblioteca de Babel,

menos un libro;

la suma de las religiones y el agnosticismo.

Eran el pecado y, también, la redención.

Su cuerpo, la absolución y la condena.

Y yo, que nunca supe excusarme,

acepté  mis culpas y en su cárcel

pené y gocé todas mis deudas.

 

(SENTENCIA FIRME)

 

© Leandro Murciego

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