El bisabuelo insistía con que había nacido en Segrob
Nunca jamás pudimos encontrar
esa ciudad en ningún mapa
Ni ese ni ningún nombre aproximado
Revisamos los cinco continentes
con agobiante minucia
desistiendo de antemano de las enciclopedias virtuales
Los doce tomos de la británica
y los cinco del diccionario enciclopédico El Ateneo
estuvieron sobre la mesa de trabajo
durante extenuantes meses
Volverlos a sus anaqueles hubiera sido una forma
de abandonar la partida
Renunciar al tedio
impuesto por las horas de revisión de cartografías
en las bibliotecas y complejos históricos
también
Pero la perdimos
y el bisabuelo ya no está
Y aunque estuviera
nadie podría correrlo de su aseveración
Recordaba un pueblo extraño
de arquitectura laberíntica
una recova
fronteras arrabalescas infranqueables
muchas sombras de noche
piedras en valles atestados de piedras
y el mar
El mar
ese reo blanchardiano
que traga tierras prometidas
y rompe estilos
eternamente.
© Daniel Casas Salicone
Bellísimo poema. Me encantó, Daniel. Los ancestros tienen esa magia capaz de crear mundos que no figuran en ninguna enciclopedia. De esos mundos se compone nuestra historia. Abrazo!
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