Casa indefensa,
la ciudad cuelga sus caireles de sangre
en candelabros estandartes de muerte,
ondean catedrales en débiles pabilos
y brillan en ojos resignados.
Soy el testimonio, el origen,
vaho del miedo que descubre una pesadilla,
nombre disuelto en brazos amados,
Dios y el descenso al mar.
© Daniel Arias
Fuertes imágenes para decir cosas esenciales. Abrazo
ResponderEliminarQué fuerza en las imágenes y la soledad cae por los hilos de sangre. Muy bello poema. Nora Quiroga
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