Mi cuerpo en el abismo balanceando jirones. Los tendones
clavados al agua que me salva, el peso de mis brazos buscando la razón de la
noche.
Alguien canta, Padre. Alguien pule una rosa.
He de rodar al cuenco de la mano del niño que ha perdido a
su madre, a su falda de lino, al pan que aroma el sueño del mendigo dormido.
Cuelgo de tu silencio, Padre ¿Cómo entender, entonces, tu
milagro?
Soy un hombre en donde la Palabra amenaza al crepúsculo.
© Hugo Francisco Rivella
Tu decir ilumima la razón de los crepúsculos. Alfredo Lemon
ResponderEliminarPotencia en tu mágica palabra. Gracias. Griselda Rulfo
ResponderEliminarPalabra poética que se abre a distintos paisajes de sentido. Tan lindo leerte, Hugo. Águeda Franco
ResponderEliminarInmneso.. una voz tan necesaria. Gracias por ese final. ♥️🦋
ResponderEliminarDesgarramiento y ternura en esta elogiable pieza del gran poeta salteño Hugo Rivella. Sus lectores estamos muy agradecidos! Luis Benítez
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuerido Hugo, el teléfono me jugó una mala pasada y en lugar de Rivella puso Rivelli
EliminarHermoso tu poema, Hugo.
ResponderEliminarMUY BUENO, pleno de realidades.
ResponderEliminarSaludos.
anahí Duzevich Bezoz
Querido Hugo Rivella , eliminé el mensaje anterior porque el teléfono me lo escribió mal .Tu poema me encantó como siempre excelente tu poesia
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