sobrevivientes
Una muy antigua untó con aceite de animal
marino todo su cuerpo y cruzó el canal casi desnuda
otra hija de la tierra soltó el cabello y
caminó delante del cortejo hasta el Camposanto
negra ya no esclava encendió un puro lo
mordió y humeó la tienda del difunto
en plena selva bebió guayaba hasta sentir
la brasa del ardor en sus entrañas
primitiva y libre decoró su rostro con
cenizas y bailó en torno al fuego
en cualquier ciudad brindó frente al espejo
con una copa de cristal de un trago todo se borró en el Champan
en la cúspide del mundo se sentó en una
roca
juntó sus manos en el pecho en señal de
meditación
sacha y montarás se descalzó caminó entre
las piedras del sendero hasta tocar la cima de un cerro azul
convencida o por mandato vistió de negro
los doce meses restantes
liberta, pero no tanto recorrió la bahía de
punta en blanco y donde supo dejó las flores entre las olas
mestiza en las praderas lloró desenfrenada
hasta quedar morada en su piel roja
todo blanco alrededor en un trineo se dejó
arrastrar por los lobos hasta el estrecho donde todo comenzó.
© Ricardo Di Mario
Bello poema. Un placer leerte Ricardo.
ResponderEliminarLa poesia trayendo a los invisibles. ¡ Gracias poeta¡
ResponderEliminaren todas ellas, un poco de nosotras. Gracias por este homenaje.
ResponderEliminarAbrazo
claudia
PROFUNDA ESCRITURA, FELICITACIONES!
ResponderEliminarSaludos.
Anahí duzevich Bezoz
Profunda e intensa. Placer leerte. Griselda Rulfo
ResponderEliminarSomos todas. Hermoso. Abrazo! Fabiana León
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