Comiendo los restos del asado
Comiendo los restos del asado
con un pan algo seco
y un vaso de agua helada
me pregunto:
por qué me convertí
en un ser espantoso.
Qué me transformó,
de haber sido el bálsamo de alguien,
en esta especie de trasto
inservible
con el que no se sabe
qué hacer.
Los días pasan
y horadan la tersura del pan,
la terneza de la carne y su aroma.
Dan lugar
a otra cosa.
Materia recalentada
que no ha dejado nada,
ni un rescoldo
para seguir cocinando.
© María Del Carmen Marengo
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