ONOFRE
¿Qué sientes ahora, Onofre?
¿Qué escuchan tus oídos libres de carne y ruido?
Tú,
padre
abuelo
hermano mío,
cantaste
la canción carbonera,
la garganta raspada de alcohol.
¿Qué ves ahora?
¿Tus ojos guardan la memoria del día,
la hojarasca que arde en el atardecer?
Decías que tu madre regresaba,
en sueños hablaba contigo,
con tu sufrimiento,
apaciguaba tu alma herida.
Dios tocaba tus huesos,
el vino era dios convertido en sed,
ardía tu sombra
bebedora de siestas abajo de las moreras.
Tu cuerpo baila la danza de la tierra,
se apodera de ti el fulgor de los arcángeles.
Vienen a ti,
como la paloma desciende
sobre tu cabeza dormida,
como un animal después de comer.
¿Los viste cuando volaron
arriba de las guitarras de la noche?
¿Acompañaron tu desvelo y tus desgracias,
guiaron tus naves hasta la tierra de tus hijos?
Aquí,
abuelo
padre
hermano
amigo mío,
no hay música
más que la que sobrevive en tu recuerdo.
Yo,
hijo del remolino de este pueblo,
ornamento tu nombre,
escribo tus secretos en pergaminos ocultos.
Soy tu sangre
borbotando a escondidas,
me alimenta el poder de tu voz.
A ti ofrendo
mis oraciones
para hallar la estrella en el desierto.
¿Puedes ver ahora lo que sucede?
Mi pies caminan
en torno a tu presencia invisible,
sin sombra,
deidad de mi alma repetida por ti.
¿Por qué no puedo ver
al ángel que te custodia?,
¿hay alguien allí que te sujeta la frente,
aprieta tus manos, sosiega
tu corazón?
Sólo yo,
hijo de El Mojón
del río dormido,
ante tu nombre me prosterno,
y te ofendo mi sangre.
¿Me ves todavía, Onofre, pueblo mío?
¿Qué ves?
© Aníbal Costilla
Magnífica ofrenda y sentido homenaje, tu poema eleva una plegaria ancestral colmada de sentimiento y belleza. Conmovedora se eleva tu entrega Aníbal. Gracias! Alfredo Lemon
ResponderEliminarGracias Anibal por tu conmovedor poema!
ResponderEliminarQué plegarias preciosa Anibal poeta !!!
ResponderEliminarBelleza
ResponderEliminarMuchas gracias, queridos poetas. Un abrazo grande para uds.
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