Llegado a esta edad,
quisiera que me preguntaran.
Los hijos, por ejemplo: cosas de nuestra
vida,
el porqué de esto o aquello, qué salió mal,
por qué los años de tristeza,
los silencios. O todavía más adentro, la
oscuridad
que nace de un lugar entre los ojos.
Ellos andaban por allí
y deben haber visto. No fue fácil.
Pero parece que crecieron
evaluando, por hábito adquirido,
la correlación de fuerzas,
lo que se acumula
del lado de lo que vale la pena.
Nosotros hasta ahí, me dicen,
porque toda tragedia, han aprendido,
debe ser resuelta en esta vida. Nada más
que decir:
hay otros hijos que criar, un jardín que
sembrar. La
maleza
por dañina que sea, se separa
y se quema, con júbilo, en la hoguera.
© Alejandro Méndez
Casariego
Memoria y balance. Esplendente. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarAyy tan difícil criar hijos, vivir con nuestros sueños y dolores y criarlos con lo que podemos y a veces no alcanza
ResponderEliminarMaravilloso, certero, bellísimo, profundo siempre Ale!
ResponderEliminarProfundo, emotivo y certero poema. Los versos se van decantando a medida que los leemos y llegan hasta las entrañas. Bravo Alejandro.
ResponderEliminar