Se desnuda en el edén de la memoria.
Su boca de ausencia
resiste a vientos estelares.
Círculos concéntricos se esbozan en el agua
despertando del otro lado del espejo.
Una bocanada de anís desciende con las
aguas.
¿Pueden abrazar el equilibrio?
La embriaguez de atavíos desgarrados
bosquejan anillos que muerden el cuerpo.
De babor a estribor se estremece mi piel.
Busco en fotos la huella sepia de tu
nombre.
Mi corazón late entre ciruelos y se oxida
en agonías.
Se duerme la tarde.
Fragmentos de mi territorio se exilian con
vos.
© Patricia Edith
Graziadei
Muchas gracias por tu generosidad,Gustavo.Qué honor estar aquí.Fuerte abrazo.Patricia
ResponderEliminarMe encantó estepoema Patricia. Felicitaciones.
ResponderEliminarStella Maris Soria
Precioso poema con un final a toda orquesta.
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