Un banco para mirar
Cae una gasa sobre el campo
Con la suavidad y evanescencia de la niebla
Que se parece al mundo
Borroso y enigmático
A veces creo que puedo asomarme
A una ventana a percibir el asombro
Como esas noches
En aquel banco de plaza en mi jardín
Porque teníamos un banco para mirar
Las luces noctámbulas del universo
Noches de cielo oloroso
Con espumarajos de verde
Mi padre se tendía y apoyaba la cabeza
Mamá le ofrecía su regazo
Y él nos hablaba del cosmos
Fosforecían constelaciones entre nosotros
Y nos sentíamos ínfimos e inmensos
Granos de arena necesarios
En ese diminuto mundo de tres
Tal vez mi padre sabía de su paso furtivo
Por la tierra
Conocía el mapa preciso de su muerte
Y quería decirnos simplemente
Cuál sería su estrella
© María Julia Druille
Minucioso y preciso. Muy bien escrito. Alfredo Lemon
ResponderEliminarGracias, Alfredo.
ResponderEliminarBellísimo poema querida María Julia. Y ese final infinitamente duro y tierno a la vez. Bellísimas imágenes dignas de pintar con el pincel del corazón. Abrazo.
ResponderEliminarMaría Paula Mones Ruiz