Por mucho que nos arreglemos
collares colores zapatos con plataformas
o taco aguja
aun cuando en algunas
de atrás el cuerpo pueda
simular
de adelante la cara no miente
nadie de 60 parece de 30
menos aún con botox en los labios
ácido hialurónico en el entrecejo
hilos de oro en las mejillas estiramiento
en la papada
la cabeza empieza a verse desnuda
el pelo finito se abre y el sol penetra
donde antes
vivía una cabellera frondosa
y así la gordura de los muslos y las
caderas
y así las manchas en las manos las várices
o la desviación de la columna
entonces
mirás una foto de tu madre
¿a medias reflejo? ¿se superponen?
¿quién? ¿vos o ella?
© Inés Legarreta
Tu poema ya llevando con maestría al lector lentamente sintiendo el paso del tiempo y sus huellas...Después concluye con preguntas donde las imágenes de madre o hija (acaso) se juntan o confunden. Muy logrado Inés. Alfredo Lemon
ResponderEliminarMuy bueno, Inés, el tiempo es incorruptible.
ResponderEliminarMuy triste,Inés,pero cierto. Tu poema expresa muy bien la crueldad del tiempo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Alfredo, A cierta hora y Pauli. Abrazo, Inés.
ResponderEliminarDurísimo. Un poema que nos convoca con la literatura propia de Inés.
ResponderEliminarUn final excepcional.
Stella Maris Soria
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