una yegua muerta/ sorbe la humedad de la
noche/ acechada/ por chimangos/ gusanos/ moscas/ por la violencia de lo que se
está pudriendo/ bajo su piel seca/ su cara de espanto/ las patas largas/ que
arañaron el piso/ por última vez
nos llegan vahos de esa muerte/ cuando el
viento está a favor/ el olfato funciona/ como los ojos ciegos de animales
nocturnos/ así andamos/ alertas/ pendientes de esos restos sin vida/ que se
deshacen/ bajo la luna
ciegos/ como animales nocturnos/
custodiamos esa muerte/ casi con vergüenza/ haciéndonos los tontos/ esquivando
el tema/ como si nada
© Nicolás Aused
Me encantó
ResponderEliminarMuy bueno
ResponderEliminar¡Cuánto me gusta este tipo de poesía, descarnada! Saludos poeta
ResponderEliminarQué maravilla! Me recordó el cuento de Daniel Moyano, Caballo en el salitral, solo que en este poema, el testigo se hace presente, y es en plural. Nos implicas, nos dejas al descubierto. Abrazo.
ResponderEliminarLo terrible nombrado con belleza y hondura.
ResponderEliminarVerónica M. Capellino Rando
Tremendo poema. Felicitaciones Nicolás ♥️🦋
ResponderEliminarestremece, Nicolás.
ResponderEliminarEncantada de leerte.
Un abrazo
claudia