Nos unió el desamparo el descuido
la trinchera que nos resguardaba
de mentiras de mezquindades.
También nos unió el abuso el golpe
contra la piedra la inhumana codicia
el escozor que corrompió esa inocencia tuya
esa ingenuidad mía. Si hasta la castidad miró
de soslayo el atentado a la infancia.
Nos unió la plaza el perfume a glicinas
la cosecha de almitas que brincaban
sobre los naranjos y masticaban sus frutos.
Nos ayudaban a redimir el pecado de los
otros
a resguardar la candidez de nuestra esencia.
Nos unió la integridad y la confianza
el reencuentro a través de la lluvia
a pesar de la tormenta y el colapso.
Nos unió la leche con esencia de vainilla.
Quizás
si alguna vez nos hubiera unido
el amor
hoy la muerte no nos hubiese separado.
© María Marta Donnet
María Marta, qué poema fuerte. Toca.
ResponderEliminarGracias!!
Fuerte, poemazo.un perfume de almitas que nos tocan.
ResponderEliminarAnahí Duzevich Bezoz
Enorme, bello, María Marta!!!
ResponderEliminarBesitos.
Estela Porta
Con tu estilo descolocador este.poema lograríamos.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Stella Maris Soria