Sembrado
Somos injertos
Robin Myers
No conozco el bosque pero me lo invento
pienso en un campo
lo complejizo
y la imagen me conforma.
Los abedules me ignoran
pero esta tarde me invaden destellos
olores dorados del campo que me sembró.
Un bosque es un bosque
recordás
y la palabra se pliega
porque sabe de límites.
Bajo mis pies crujen
hojas escritas de ambos lados
y juego a que corremos en la siesta tibia
mientras una luz se filtra
y nos tatúa monedas amarillas
que serpentean en los brazos
y escapan con el viento.
En tu boca
el jugo del abedul es más jugo
y no hay lengua ni papila
que traduzca el sabor.
Un latido efervescente
patea bajo el tronco
y aguarda el corte que es parto.
La herida se abre
y el jugo más suave
es reptil por la corteza.
Plantado en bosque extranjero
me expando hacia abajo.
Soy hongo, rama, fruto,
tajo, savia, resina
me vierto
chorreo
me derramo
endulzo raíces
impregno la tierra.
© Washington Atencio
Me encantó este poema, tan ecológico.
ResponderEliminarPrecioso poema! Gracias querido poeta! Abrazos!
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