El destello
cóncavo
estalló
en
el espejo.
La doble identidad
vomitó mariposas negras.
Absorbió el barro,
en la marea despiadada del olvido.
Mientras
espera
la redención.
El laberinto
arrastra las caderas, que solo Teseo,
logrará vencer,
cuando
la locura,
despierte
en el último escalón
del encuentro.
© Marilyn Zumbo
Gracias Gus por tu hermoso trabajo
ResponderEliminarMuy buen poema.
ResponderEliminarAbrazo.
Ana Romano.