Madrugada
El silencio merodea
por los departamentos vecinos.
La soledad es tan perfecta que mi cuerpo
cobra la gravedad del último,
desentendido de las costumbres
pulsa en sed y en hambre.
La lengua se aprieta al paladar
saboreando un bocado de chocolate
que aún no llegó a la boca.
La saliva hace crujir al estómago
y mi cuerpo urgido deambula a la cocina.
La luz arruga el entrecejo
y despabila la mirada.
Una sombra muda y veloz pasa
por el costado de mi pie.
Mi ombligo se tensa,
los hombros se levantan,
el pie retrocede.
Todo el cuerpo es solo un ojo
que no cesa de buscar.
La cucaracha asoma entre
el bajo mesada y la cocina.
El zapato no entre en ese hueco
pero el ojo avisa la enorme necesidad de
matar.
Zapateo, busco veneno,
la cucaracha va y viene por las baldosas.
Su lucha es una fuga constante
sin armas ni gritos.
La alcanzo, la piso una y otra vez.
Toda la fuerza del cuerpo despierto
cae sobre el destrozo de patas y alas.
El ojo se detiene en los restos,
grito, el horror se desparrama por mi boca:
la pasión del opresor también
me ha moldeado.
© Majo Bozzone
Uffff Majoooo. Viví cada verso y sentí el deseo de aplastar a esa cucaracha como lo hizo tu pie. Enorme poema ❤️🦋
ResponderEliminarTremendo
ResponderEliminar