Cada borde, una orilla. Lo que le sigue se
atraviesa a nado.
Es el sobresalto de tu corazón en la
brazada olímpica
cuando te dabas cuenta de que ya no
llegabas.
Y todo lo sumergido bajo el espejo de la
superficie
ahora lo ves fosforecer. Brilla mil veces
más
que los mil pliegues del irisado tornasol
por encima de la demolición de tu cabeza.
Persiste el esplendor del mundo.
Desamarrado
de tu pensamiento,
a salvo de la depredación por esperanza.
© Raquel Jaduszliwer
Expresiones e imágenes esplendentes en el fulgor de tu poema Raquel. Oxígeno de belleza! Alfredo Lemon
ResponderEliminarMaravilloso, querida Raquel. Gracias, Gustavo. Abrazos!
ResponderEliminarHermoso...
ResponderEliminarEsperanza. Gran palabra, gracias Raquel y abrazos
ResponderEliminarBellas imágenes. Excelente. Graciela Barbero
ResponderEliminarIndiscutible tu estilo Raquel
ResponderEliminarMuy bueno!
ResponderEliminarAnahi Duzevich Bezoz