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16/2/24

Poema de Patricia Edith Graziadei

 

 

Intimé al oleaje para que atestigüe nuestro amor

y se bebió todos los secretos.

 

La brisa fragante envolvió a las rocas.

La espuma se entregó a la ceremonia

de algas nadando en nácar.

 

Sus pestañas pobladas de sueños

encallaron en la escollera de salitre.

 

Las cicatrices se encubrieron en los pliegues

en el vórtice de la dermis.

Cosquillas de colágeno se hacían sentir.

Extremos de dedos serenos pulsaban

las láminas de la kalimba adheridas

al resonador de madera.

Dulce sonido emite un estrés en calma.

Repicaba en los plexos, un vibrato.

 

Aroma a naranja atardecer liberaba la mente

dando presencia al vacío.

Un temporal hacía crujir las maderas

de la cabaña mientras las ráfagas,

en complot con los relámpagos lloraban

arrastrando al muelle las medusas marfil.

Voces acallaron la tormenta.

La sal atormentó los mares

de ausencias y conjuros en las orillas.

Las cicatrices hilvanaron escritos póstumos

en la garganta.

Gaviotas nacaradas sellaron un pacto

sobrevolando los cuerpos

en la armonía de la tarde.

Irrumpe el misterio/

      hace de la noche un amanecer perpetuo.

 

© Patricia Edith Graziadei

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