Intimé al oleaje para que atestigüe nuestro
amor
y se bebió todos los secretos.
La brisa fragante envolvió a las rocas.
La espuma se entregó a la ceremonia
de algas nadando en nácar.
Sus pestañas pobladas de sueños
encallaron en la escollera de salitre.
Las cicatrices se encubrieron en los
pliegues
en el vórtice de la dermis.
Cosquillas de colágeno se hacían sentir.
Extremos de dedos serenos pulsaban
las láminas de la kalimba adheridas
al resonador de madera.
Dulce sonido emite un estrés en calma.
Repicaba en los plexos, un vibrato.
Aroma a naranja atardecer liberaba la mente
dando presencia al vacío.
Un temporal hacía crujir las maderas
de la cabaña mientras las ráfagas,
en complot con los relámpagos lloraban
arrastrando al muelle las medusas marfil.
Voces acallaron la tormenta.
La sal atormentó los mares
de ausencias y conjuros en las orillas.
Las cicatrices hilvanaron escritos póstumos
en la garganta.
Gaviotas nacaradas sellaron un pacto
sobrevolando los cuerpos
en la armonía de la tarde.
Irrumpe el misterio/
hace de la noche un amanecer perpetuo.
© Patricia Edith Graziadei
Muy bueno Patricia!!
ResponderEliminarStella Maris Soria
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