agotado
me acuesto no duermo
no siento el silencio de la muerte
como noche detenida en luna
las cuatro estrellas que observo
no duermo
miro el techo
clavan los ojos una sirena que parte el
asfalto
giro
bostezo largo
almohada ladrillo
grita una mosca el abrazo telaraña en la
mesita de noche
otra vez al centro
lágrima camina mi nuca y bendice la funda
con olor a silencio
no duermo
miro el techo se abre desnuda y abraza
la angustia
amanece en gallos que sacuden desde los
alambres sus hormonas en garras
otra vez la luz
la ventana
otra vez todo hasta la noche
que confirme tu ausencia.
© Ignacio Villanueva
Una belleza lo de los gallos que sacuden los alambres
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