Aquellos maestros del corazón
“La poesía no se escribe,
-hija del asombro- se alumbra”
Marcos Silber
Una fuerte lluvia va a caer anunció Bob
Dylan
el día que Bukowski tiró una chequera por
la ventana
y un émulo del hombre de las patas de chivo
cabalgó junto al rebelde Cummings en un
circo.
Aquellos maestros del corazón de Delmore
Schwartz
y los mágicos blues africanos de Leroi
Jones
se unieron a la nómina con Frank O’Hara
en el camino de Stevens y Robert Frost.
Los rostros en la multitud fueron como esos
versos
que habitaron en el imaginario de Ezra
Pound
mientras el poema se reflejaba en el espejo
de William Carlos
Williams y Robert Lowell.
La imagen de Grimberg en las arenas del
Chancay
fue tan solo una hija del asombro que nació
como el canto de los hombres que celebran
las Hojas de Hierba del maestro Walt
Whitman.
© David Sorbille
Estupenda composición David, que es también celebración y homenaje a los grandes, incluido Silber, quien te proporciona el epígrafe. Muy bueno. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarMuchas gracias, querido Gustavo, por la publicación de este poema. Gracias, Alfredo!!
Eliminar❤️🦋 Buen poema.
ResponderEliminarGracias, Graciela!!
Eliminarquè bello!! David Abrazo!
ResponderEliminarGloria Calvo.
Gracias, Gloria!!
EliminarMe encantó, como siempre, excelente escritura.
ResponderEliminarSaludos.
Anahí Duzevich Bezoz
Gracias, Anahí!!
EliminarMaravilloso poema, David!!
ResponderEliminarAbrazo,
Patricia Alonso.
Gracias, Patricia!!
EliminarMaravilloso poema, David!!
ResponderEliminarAbrazo,
Patricia Alonso.
Muy bueno; David! Gracias
ResponderEliminarPrecioso poema, gracias
ResponderEliminarLeonor Mauvecin