En esta tierra el frío no existe
el invierno es un bostezo
de resolana y naftalina.
Días grises
calientes
asoman
y se llevan a los desprevenidos.
Los arrojan contra las vías
los dejan pendiendo de una correa
bajo un techo de chapa
los duermen con dos o tres blisters
les gatillan en la sien
los jalan al río no los devuelven más.
Otros lloran
huérfanos
preguntan
en esos días
de viento caliente
los desprevenidos
dónde están.
© Daniel Ocaranza
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