Tilda sabe cambiar los átomos de lugar
Tilda entierra a su madre todos los días
en
el jardín de la casa de Glasgow
o a tientas, la coloca entre los árboles
en
algún valle oculto en las Highlands,
pero también podría cuidar otro jardín
ubicado en los fondos de Quilmes
y tomarse el 263 para ir a la costa
a
comer una tortilla al rescoldo
mirando con la boca llena un río
en el que no podrá sumergirse dos veces.
Las cenizas de su madre brotan
como flores que arranca con destreza,
diluye la materia por distintos rincones
como si alejando los átomos pudiera
cambiar la identidad de la sustancia,
entonces no serían las cenizas de su madre
sino un puñado de arena volcánica y oscura
de las playas del Huechulafquen
que sintió caliente sobre el cuerpo
la última tarde del verano austral
y ahora lo lleva consigo para esos días
en los que necesita secarse
la humedad del pecho.
© Tamara Padrón Abreu
No hay comentarios:
Publicar un comentario