La ausencia
Apenas se deja ver,
en los pajonales,
la sombra del criollo
que corre como un niño
que en lo oscuro busca
el cuerpo de su madre.
Es tranquilo su paso,
a pesar de los quejidos.
Tal vez en su corazón
hoy trabajen
mariposas y abejas.
Y hace ruido ese trabajo
y raspa un poco
desde adentro.
Se recuesta a mi lado.
Poso mis manos en su lomo.
A mí también me costó
acostumbrarme
a las ausencias.
© Misael Castillo
Siempre un trabajo minucioso en tus poemas Misael.
ResponderEliminar"A mi también me costó acostumbrarme a las ausencias". Antológico por lo universal.
Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba