A orillas de la Ciudad Vieja
bajamos del tren,
las manos
enfundadas
sin visillos.
Decimos
en una lengua que es otra
y nos encontramos
firmes
después del desamparo.
El día transcurre
sin sobresaltos
y cierra su oportunidad
con un concierto
al aire libre.
Tomamos vino caliente
mirando
la punta de nuestros zapatos.
Camino y pienso
que estamos en otro lugar,
te dije,
abriendo esa puerta que
aún
no nos pertenece.
© Daniel Ocaranza
Que aún no nos pertenece.
ResponderEliminarBravo, Daniel. Me encantó.
Excelente, Dani. Abrazo.
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