A los mensajes de mis amigues
que llegan empapados en lágrimas
y andan con el corazón lleno de espinas:
les propongo que construyamos un rosal
un muro donde dejar crecer la hiedra
espina venenosa en el cierto insomnio
que se propaga debajo de las camas.
Musicalización kafkiana del desastre.
Nada es tan definitivo como un último
adiós
en la venia del tren que parte lejos.
Y que se enquiste el presente
en un momento de eternidad punzante.
Ya sabremos qué hacer con estos cuerpos
desgastados por la imposibilidad
y la distancia, vamos a construir
un jardín de cactus que se alimenten
de las gotas livianas de agua cristalina
que caen de los postigos de la ventana.
Somos esa resistencia, también.
© Andrea Marone
Bello poema..recoger la lágrimas de todos los que andamos entre espinas. Hermoso. ❤️🦋
ResponderEliminarSomos esa resistencia... excelente... Como si fuéramos cactus nosotros, sobreviviendo en este desierto de almas...
ResponderEliminarQué hermoso poema! Gracias por compartir!!
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