JACARANDA
Tajo de lunarriba gotea
campánulas de cielo.
Cuentan viejas memorias de la herida del
cielo;
el celeste, en breves copos tamizaba estas
tierras.
Fue un árbol, cauterizador de heridas, que
con
sus largas ramas comenzó a recoger en el
aire los
copos cielares. Dicen las voces antiguas
que el
cielo se curó por la bondad del árbol que
supo de
su herida; lo pobla desde entonces en su
copa.
Dicen que dicen que el cielo bajó a habitar
estas tierras.
© Oscar Ángel Agú
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