La depredación
Es una noche
para quedarse toda en el jardín.
Un caracol supura su línea transparente
en los ladrillos sin revoque.
Bajo la soga de tender
el cielo se hace ancho en dos mitades.
Es una buena idea tomarse este respiro:
ha sido un día de esos que mejor olvidar.
Aunque quizá sólo parece,
como cuando yo alumbro la pared con la
linterna,
y se revela una legión de caracoles
directo a las albahacas.
Ha sido un día raro de festejos:
se alza un pulgar,
apunten.
Más cerca un perro llora
como si alguien no terminara nunca de
morir.
Aquí todos sabemos que la marca es de baba,
y cuanto más oscuro más destello,
y cuanto más destello más deseo.
Es una noche para hacer guardia
hasta el amanecer,
pero el sueño es más fuerte
y estoy echada boca abajo
con el pie afuera de la sábana.
Sé que cuando despierte
habrá quedado un palito desnudo
donde se erguía el tallo.
¿Cómo es que nadie alcanzó a ver
detrás del brillo?
© Estela Zanlungo
Brillante!! Un abrazo, Estela
ResponderEliminarLaura Moreno
Qué cercana se oye esa respiración del/de la poeta en esa noche tan llena de misterios! ¡Precioso y profundo! gracias, abrazo
ResponderEliminarTeresa Gerez
Tremenda, Estela. Poemón.
ResponderEliminarAbrazo
Verónica M. Capellino Rando
ResponderEliminarGran poema Estela!
Es que casi nunca alcanzamos a ver detrás del brillo...
Gracias por la lectura, Laurita, Teresa, Verónica y Margarita! Y siempre gracias al groso de Gus! Estela.
ResponderEliminarPuedes con tu intuición ver mas allá¡!¡
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