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18/9/23

Poema de Matías Verna

 


Recuerdo las mañanas con mi Papá

caminando desde casa

hasta la frutería que él tenía, cerca del centro

los dos solos, en otoño, jugando y diciendo

el apellido de los habitantes de las casas:

Ciancio, Feula, Zubiri, Castronovo,

Perli, García, Monticelli, Ponthot,

y así los diez minutos que tardábamos

en llegar al local:

Dovigo, Gelosi, Mele, Gilardi,

Ronconi, Barrionuevo, Raverta, Albanese,

y a la noche, cuando volvíamos,

era al revés y más rápido

porque queríamos llegar

comer, bañarnos y dormir.

 

Ahora recuerdo otras mañanas de otoño

caminando por el hospital

los consultorios casi vacíos

las enfermeras me saludan

el psiquiatra estira el brazo sin atenderme

y me alcanza la receta de todos los meses:

Dr Olivetto, Dra Gimenez,

Dra Cabanillas, Dr Franchi,

enfermera Mabel, camillero José

los pasillos sin sol, el altoparlante que satura

0,5 de Rivotril mañana, tarde y noche.

Un banco de plaza descascarado

donde descansan los internos

los árboles indefensos

la fractura más liviana de la luna.

 

© Matías Verna

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