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13/9/23

Poema de Lydia Helander

  


 MELINCUÉ                    ( A Mireille, 1956)


No era el mar

sino una laguna

de agua salada

y con yodo,

perdida

como si fuera

el océano

en medio de la llanura

que alguna vez

 habitaron los pampas.

Nosotras dos

 apenas si sabíamos

algo de esa historia

o la del hotel

ahora en ruinas

adónde iba la oligarquía,

al que veíamos asomar

 lejos,

sobre la superficie de una isla.

Sólo queríamos nadar

 respirando  

el suave soplo de la brisa

que acariciaba los pastizales

mientras oíamos

el bullicio incesante

de las gaviotas.

Después de bracear

durante horas

cuando ya caía la tarde,

ebrias de sol

y rojas como cangrejos

dejábamos atrás la laguna

y el canto de los pájaros.

Entonces,

tomábamos el colectivo

que nos llevaba a Casilda

observando agotadas

desde la lejanía

el precioso plumaje rosa

de los flamencos

junto a la blanca figura

de los patos

y regresábamos a nuestras casas.

 

© Lydia Helander

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