Las iglesias y los cementerios
tienen silencios parecidos.
A veces un pájaro,
un gorrión por estos pagos,
picotea las cruces
que dejan ver el hierro que las sostiene.
Pienso esto mientras miro
la nuca de mamá
que teje en el sillón
una bufanda que nadie usará
y escucho
el sonido de las agujas
como si alguien
rezara un rosario.
© Matías Verna
Muy bueno
ResponderEliminarContundente poema!!! Marcelo Valenti
ResponderEliminarBuenisimo , tan tierno.
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