Cuando salí ya no estaba. Se desvaneció
como el vapor
de la pava. Como las gotas en la pared al
secarse
no dejó rastro. El día y la noche pasaron
veloces
y me quedé mirando una estrella. Una
pequeña muy
brillante parecía el pendiente de la oreja
enorme
del cielo. Hasta que se perdió y ya no hubo
cielo ni
pendiente estrellado ni nada. Adiós amor
volví a decir
y el eco repetía adiós amor adiós amor. Ahí
mismo se puso
a cantar un mirlo. Luego silencio y el
crujir de hojas
sobre la hamaca. Después la calma.
© Celina Feuerstein
Muy hermoso poema. ❤️🦋 Graciela Ballesteros
ResponderEliminarasí: bellísimo. susana zazzetti
ResponderEliminarGracias poetas! 💜
ResponderEliminarBellísimo🌸🍃
ResponderEliminarVerónica M.Capellino
Hermoso poema Celina
ResponderEliminarHermoso poema Celins.
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