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23/8/23

Poema de Celina Feuerstein

 


Cuando salí ya no estaba. Se desvaneció como el vapor

de la pava. Como las gotas en la pared al secarse

no dejó rastro. El día y la noche pasaron veloces

y me quedé mirando una estrella. Una pequeña muy

 

brillante parecía el pendiente de la oreja enorme

del cielo. Hasta que se perdió y ya no hubo cielo ni

pendiente estrellado ni nada. Adiós amor volví a decir

 

y el eco repetía adiós amor adiós amor. Ahí mismo se puso

a cantar un mirlo. Luego silencio y el crujir de hojas

sobre la hamaca. Después la calma.

 

© Celina Feuerstein

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