Si no somos
ni felices,
ni compatibles,
ni compañeros,
ni confidentes,
¿para qué estar?
Para recuperar el momento
en que lo éramos,
o creíamos serlo.
Para seguir creyendo
que, por un río
secreto del tiempo,
llegará navegando
de regreso
tu sonrisa a tu cara,
y la frescura a nuestras miradas,
y que estos días envejecidos
y crueles
cambiarán.
Retornarán al cauce luminoso
de años pasados,
cauce que se estancó
y nos dejó varados
en este mar
de soledad.
© María Del Carmen
Marengo
Quizas la esperanza. La conquista. La tormenta. El volver a empezar. Reconstruirse y revivir ese sentimiento. La ternura de ambos.El tiempo lo dirá.
ResponderEliminarbello y triste cuando ya nada queda.
ResponderEliminarGraciela Barbero