Paltas y rosas
El techo de la casa vecina
es un acopio
de paltas.
Miro desde la ventana
del primer piso
el rosal
repleto de flores.
Siempre pensé cultivar rosas
pero frenaba el impulso
con aquella sentencia:
son de mucho cuidado,
se necesitan manos verdes.
Sin intentarlo
las tomé como verdades,
la dificultad y mi carencia.
Crecen las rosas
en el patio
de la casa vecina
sin vecina.
Te recuerdo en la última navidad:
ya casi no estabas
y elegiste compartir con nosotros
la mesa.
Fran era pequeño
pero siempre pareció mayor,
te tranquilizaba con palabras
y gestos.
Vos ibas y venías
desordenada en el tiempo,
triste y temerosa
como si supieras que aquello
que se deseó y no fue
ya no sería.
A los pocos días supimos de tu muerte
y la gran tormenta de la noche siguiente
nos animó a pensar, aliviados,
que no la hubieras resistido.
El techo de la casilla soportó
a duras penas
las piedras.
Paltas y rosas
en el patio vecino desbordan
de esplendor
después de la tormenta.
Imagino que
ambas miramos extasiadas.
Tus miedos y mis excusas
carecían
ciertamente
de sustento.
© Cintia Eleonora Ceballos
Me conmueve pues me trae recuerdos de la infancia, gracias Cintia, Irene.
ResponderEliminarMaravilloso desde su título. Gracias. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarPrecioso!
ResponderEliminarGracias Cintia!