Quinteros
Estaba lloviendo pero fuimos igual
el r12 navega la avenida en salticado
todos los autos salpican piedritas
los paseantes no se enojan
andan felices de sábado.
La calle se nubla, pica el agua
no se encuentra sitio para la poblada.
Al r12 hay que amarrarlo bajo un árbol
y lamentar no haber traído botas.
El galpón pintado promedia la manzana
entra y sale gente con bolsas desbordadas
la lluvia se nos pega entre la ropa.
Adentro el agua suena cortita
sobre los techos claveteados.
Las personas y las cosas se entreveran
entre los surcos de los puesteros.
Están desordenados pero invocan
arcoiris, banderines, fruta puesta
en montones de triángulos amigos.
Los que atienden son jóvenes
y tienen las manos gastadas.
Todos parecen parientes.
Los que compramos
nos vamos de boca
ay qué hermoso! ay qué barato!
Haber sabido antes
que las quintas no están lejos
y los surcos no son hendiduras
que sólo máquinas tocan.
Ésta es mi lista de compras:
berenjenas panzonas
primas gordas de las peras
remolachas con sus hojas
de venas rojas como garras
pimientos de dos colores
limones puntiagudos
gengibre raíz
para picantear fragante
un queso amarillo
que me pone loca.
No puedo más de encendida.
Nos quedamos esperando a la tía
bajo el agua afuera que nos moja.
La calle se llama Alfonsina Storni .
Pienso en frutillas y en Coronda
en la poeta en medio del campo
cuando estudiaba para maestra.
Recaló un tiempo ahí en pensiones
y se fue con panza a Buenos Aires.
En el interior todo es posible.
Las cosas arman su revuelo
no se anticipa la felicidad
y pulsan en silencio
igual que los sembrados.
© Analía Rita
Giordanino
Original, me gustó, para leer y re leer, gracias, Irene.
ResponderEliminarMe encantó. Tan cotidiano, tan divagante, una lluvia de poesía
ResponderEliminarUn poema que se destaca.
ResponderEliminarGracias por compartir.
Ana Romano