Poética de los árboles
¿No te das cuenta
de que aquel árbol es testigo
de nuestro ahogo?
Las hojas
transparentes
brillan
como cristales
para nosotros
y escuchan
nuestros suspiros.
Nadie va a pasar por acá nada nos salva
del lobo blanco,
es el viento el que trae el sueño
de los amantes espolvorea
los párpados
con polen
de flores níveas
(esta muchacha cuando hechiza es tan alta
como los árboles)
Nuestra pena... por causa
del vino, la poesía y la noche se tornó
irremediable.
Te cuento antes
de que te duermas del todo:
el alfabeto de los árboles
era utilizado
en el culto
de las magas
de la Bretaña medieval
a juzgar por las marcas
del diablo
tatuadas en las manos de las brujas. Las varitas
mágicas
agujas
en el espacio
durante las horas
silenciosas,
emanan
el fluido
que viene
de los astros.
Estoy
ahora
en la jaula de las bestias.
Esta mujer
sabe
el ritmo del demonio entiende
de hechicería,
es veneno de escorpión maneja el tiempo
moviendo sus dedos como tijeras
filo
colmillo
yugular
dulce testimonio es
licor
en tu paladar
lleno de hormigas.
Una herida de amor mordida letal
abre
el torrente negro
que tiene en las palmas abiertas al cielo
Extiende
su paño
sobre la hierba y lanza
su talismán sobre el círculo:
escribe, escribe, escribe
con la tinta derramada sangre
de sus árboles
(mapa ancestral).
poesía creciente
palabras febriles
para un náufrago que llega y necesita asilo.
Ella es feroz
porque tiene complicidad con las sombras
solo podés oler
su fragancia terrible.
No queda vestigio del cálido verdor
de otro
amor,
verano
en que juntos bebimos
la suave fugacidad de la tarde
copa solar tal vez en el designio sutil de las miradas
que imantaban la noche:
ensueño venéreo liviano
oculto,
el madero ardido te quema
la lengua
no hables entonces no hables
no mientas.
Tampoco hay herida
ya
raíz del duelo
el árbol asciende quebranto lineal de un tiempo
¿qué tenemos?
la espera
la brevísima historia de una lágrima
y un poco de espacio entre el bosque y el mar turquesa
el cristal.
Dejemos
que las palabras perezcan del todo hay
otro lenguaje
que surge
de barro
que fue peor
en el crepitar del fuego
o en la llama que se abre pálida.
Lucero muerto en el lago...
estás súbitamente arrepentido pero este
árbol ya es ceniza
no respira, crepita su corazón bajo la
tierra
lombrices, hormigas, avispas, enrededaderas carnívoras invaden su cuerpo de
cicatrices
su corteza lleva grabada
las letras del abecedario de todos los árboles
de este bosque sin tiempo.
Eugenia Straccali
Última consigna
a Mariela Laudecina
...ahí donde has llegado, desnuda como
estás
Adrianne Rich
quiero dedicarte este poema, ahora, en la
mitad de la mañana
con la confianza de que puedo esperar algo
todavía
escribo este poema
subiendo y bajando de ascensores de plata
siempre desnuda, avergonzada
huyendo otra vez
por las escaleras de emergencia
escribo este poema
dentro de mi propia casa sitiada por tigres
hambrientos
me están amenazando, rugiendo detrás de las
ventanas
mostrándome los dientes y la lengua
en mi heladera no hay carne, en mi casa
nunca hay carne
¿qué voy a darles si logran entrar?
escribo este poema
acorralada por el invierno
no soy un tigre
tengo bajo peso
tengo hambre y estoy acostada sobre un
colchón viejo
mi cena es comida regalada del día de ayer
escribo este poema devorando las escamas de
un pez ángel
aplanada en la corriente oscura de un subte
de buenos aires
el domingo del día después
mientras una hembra pez desova sobre una
piedra remota del océano pacífico
ahora tengo la piedra en la mano
afuera del mar es una piedra muerta que
llevo conmigo para recordar
tus otras piedras, tus libros, tus discos,
tus zapatos, tu voz, tu mano agarrando la cucharita y
dibujando espirales en la taza de café, tus
panes, tu melancolía, tus ex amantes, tus remeras viejas,
tus jeans negros, tu familia perdida en un
terremoto, tu familia perdida en una inundación, tu
familia perdida en un genocidio, tu familia
perdida en un accidente, tu familia perdida en la cárcel,
tu familia muerta por la enfermedad, tu familia
desaparecida por el terrorismo de estado, tu familia
saqueada y escalvizada construyendo el
coliseo romano, tu familia mi familia
escribo este poema
agarrada de la mano de mi mamá
el primer día del jardín de infantes
la confusión, el olor de los crayones, la
extrañeza, las galletitas de animales y confites de colores, el
pintor a cuadritos, el pelo tirante, la
confusión, el llanto sobre el pupitre por algo que jamás voy a
recordar, la fábrica abandonada enfrente,
la fábrica que fue un centro clandestino de detención en
las afueras de la ciudad, la fábrica con su
llama ardiendo como el monumento a la bandera, la
fábrica contaminando el aire mientras nos
besamos en la torre más alta de nuestra catedral
escribo este poema
arrojada desde la torre más alta de nuestra
catedral
con las lesiones todavía visbles
con la piel de frutilla sin sabor, víctima
de invernadero
con la piel de gallina de granja
industrial, amontonada en confinamiento de por vida
con las lesiones todavía visibles
mi papá me acompaña a la comisaría de la
mujer
mis hijxs me acompañan a la comisaría de la
mujer
mi amigxs me acompañan a la comisaría de la
mujer
mi mamá se queda en casa y prepara la
comida para todxs
en la comisaría de la mujer, el tiempo pasa
muy despacio, hay una mujer, y otra mujer, y otra mujer
y vienen y esperan, cada una lleva su
lesión, una piedra en el medio del tórax, una piedra en la sien,
una piedra en el estómago, una piedra con
el nombre de cada una de nosotras puede cubrir una
ciudad entera
escribo este poema
ya en casa, recostada sobre la arena tibia
del desierto, debajo de la luna que crece
escribo este poema mientras la lluvia
empieza a caer
y se me ocurre que de todo lo podrido
siempre algo crece
escribo este poema desconsolada
porque no te quiero en forma de ceniza
te quiero con tu forma humana y bailando
escribo este poema mientras tu lunar del
tercer ojo brilla en la noche del bar Oui
y tu voz insiste dulcemente con que no nos
pongamos tristes
escribo este poema
con la confianza de que puedo esperar algo
todavía
escribo este poema
leyendo poesía
Aurora Camarasa
Manifiesto
Lamento comunicarle compañero
que la clasificación que usted ostenta,
en nombre de la moral y del común sentido,
ha sido desaprobada por esta comisión de
insurgentes.
Hace tiempo que las moras han dejado de ser
negras
o
blancas, porque las moras son moras
y hace tiempo que las mujeres,
detrás del gran hombre,
solicitan se las nombre bataclanas.
¿Por
qué usted se empeña tanto,
en la tarea de diferenciarnos
según sus pobres parámetros?
Ya lo decía María Magdalena
desde todos los orificios de la tierra:
_Hay que ser puta para elegir al mejor
macho
y hay que ser santa, para verlo dormir en
otros brazos.
Yo les canto retruco a los poetas:
los de las borracheras y las comilonas
que huelen a carbón y carne muerta;
los que se llenan la boca con la palabra:
puta
y con ella estremecen su verso quieto
e impune a la rima,
mientras, a pocas cuadras,
a la hija de otro le enseñan, a patadas,
a sonreír al cliente y a la muerte.
Aquí nos reunimos nosotras
las fembras de todos los puntos cardinales.
Aquí, en este territorio,
preferimos al que nos paga con un buen
orgasmo;
al que no se refleja en los exabruptos
frustrados de la manada;
al que… al temblor de la luna,
a la mujer que ama,
le sostiene hasta el último jadeo, la mirada.
Lucrecia Coscio
Gracias María y a tus poetas invitadas. Abz, Gus.
ResponderEliminarQué buenas y profundas poetas trajistes María. Salve Aurora Camarasa, tu palabra iluminada recordando a Laudecina. Bendiciones! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarUna belleza!
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ResponderEliminarMaría! qué hermosas presentaciones. Gracias a las poetas y muy especialmente a Aurora Camarasa porque, aunque ella fuese mendocino, consideramos a Mariela Laudecina muy cordobesa. La conocimos, la abrazamos, le sonreimos y fundamentalmente amamos su poesía.
Tremendas poetas. Gracias!
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