Vamos, dice mi papá.
Miro su mano,
sostiene la jaula
de mi gorrión
condenado.
El ave, alerta,
aletea
y choca.
Pía,
sacude
las rejas
la carne
un cuerpo.
Sangre.
Corremos al balcón.
El cielo despejado.
Poco viento.
Ideal para empezar a planear.
¿Lo veré en la plaza?,
pregunto. Tengo cuatro años.
No creo,
responde mi padre,
no sabe conseguir comida.
Despedite ahora.
Adiós, pichón. Suerte.
Yo acá me quedo.
Me faltan veintisiete años
para leer a Watanabe
y creer, al fin,
que te entiendo.
Maia Kiszkiewicz
Como decimos las flores adornadas con una
sola hilera de pétalos
Todavía tenemos que construir
una distancia con las cosas,
sobre todo a este otoño
le
cuesta el repliegue
de flor silvestre pasando inadvertida
¿cómo aceptar
los amarillos que se suceden en la pérdida
la flor latente
en la distancia de las cosas?
Roxana Molinelli
Gracias Bárbara y a tus poetas invitadas. Abz, Gus.
ResponderEliminarBellezas de poemas, gracias, Irene.
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ResponderEliminarGracias Bárbara por permitirme conocer a las poetas y me encantó lo de la flor latente en la distancia de las cosas del poema de Roxana.
Me gusta mucho el poema de Maia
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