LA LIMOSNA DE DIOS
La pobreza le ha manchado la piel
los ojos
las palabras.
Tiene veinte
o cincuenta años
y en la boca un agrio sabor
a alimento usado por los otros
o el tiempo.
Entre otras carencias
no le ha sido posible advertir
que nunca estuvo de novio
ni estrenó zapatos.
Quizás al pedir
siente la oscura sensación
de que humilla a su prójimo.
Su casa es la intemperie
sin que las flores espontáneas lo aromen
ni las estrellas lo alumbren
por dentro.
Seguramente cuando muera
pasará a mejor vida.
La muerte pudiera ser
la gran limosna de Dios.
© Osvaldo Guevara
estremecedor. felicitaciones por la altura poética al tratar semejante dolor. susana zazzetti.
ResponderEliminarExtraordinario y conmovedor poema.Graciias
ResponderEliminarExtraordinario y conmovedor poema.Gracias querido Osvaldo Guevara
ResponderEliminarLeonor Mauvecin
Poeta gigante Guevara. Alfredo Lemon
ResponderEliminarExtraordinario poeta!!!! Conmovedor!!!
ResponderEliminarSonia Rabinovich
Una mirada digna de quien profundiza en la carencia y la lleva al poema.
ResponderEliminarSusana Giraudo
Una voz necesaria. Gracias.
ResponderEliminarReal, directo y poético, abrazos.
ResponderEliminarOsvaldo!
ResponderEliminarcuánto duele esa limosna!
te abrazo, poeta
claudia
ResponderEliminarQue espero siempre de Osvaldo Guevara? Lo que siempre logra, tocarme la sensibilidad y hacerme ver con su mirada inmensa.
Lily Chavez