TEMA DE POTOTO
"La soledad es un amigo que no está
es su palabra que no ha de llegar
igual"
(Almendra)
De grabador
a grabador, en pequeñas
cajitas de plástico, mi amigo Beto
y yo nos enviábamos
secretos audios
que atravesaban las noches
de aquel año
fatídico: 1977.
Su voz
echada sobre la cama,
en calzoncillos
diciéndome palabras, palabras
o haciéndome escuchar
canciones y poemas
de Neruda
o de Miguel Hernández.
Hasta que un día me mandó
el Tema de Pototo
que yo no conocía
para que lo escuchara bien.
Escuchalo bien, Ovi,
me dijo, y yo
de tan bien que escuché,
enseguida me puse
a llorar.
El cassette iba y venia
de su casa a mi casa, de su voz
a mi voz,
atravesando todas las distancias pero sobre
todo,
la noche constelada
que era el cuerpo de Beto
para mí.
No eran cartas,
eran audios
donde él decía una cosa
y yo escuchaba otra.
Donde yo decía siempre
lo mismo
y él nunca me escuchaba.
A lo mejor
tendría que haberle mandado
una canción más
directa, de Raphael
o de Sandro.
A lo mejor, quién sabe.
Pero no, a Beto
le interesaban
otras cosas, más importantes
por aquella época.
Le interesaba
"la revolución socialista"
así me lo decía, y la idea
Inexorable
de un hombre nuevo. "Un hombre
capaz de transformar
¿te das cuenta Ovi?
este mundo enfermo y
putrefacto,"
Yo le miraba los ojos,
le miraba los labios
y no veía ninguna
putrefacción. Pero bueno, Beto
insistía, y a mí
me encantaba su insistencia.
A veces pienso
que si Beto un día
encuentra por casualidad
esas cajitas de plástico
y las escucha
(no al derecho sino al revés)
se dará cuenta
enseguida, de todo.
Qué bueno sería eso.
Donde antes
se oía un poema de Neruda, ahora
se escucha
la trémula voz
de Sandro... (Es mi última esperanza)
Como aquella vez
que me quedé a dormir
en su casa, los dos
en el mismo cuarto,
en la misma cama
cucheta: mi amigo Beto
arriba
y yo abajo.
Nunca me voy a olvidar.
Cada vez
que se daba vuelta
y apoyaba los labios
contra la almohada
sentía que la almohada
era yo, que sus labios
me besaban a mí,
y no me importaba
si el amor
me había convertido
en eso: una almohada plumosa
y complaciente.
Al contrario,
lo recibía con gratitud.
Si el Che Guevara
hubiera escrito algo
en su Diario, algo parecido
a lo que yo sentía
por Beto, las cosas
hubieran sido distintas.
Pero eran otros
tiempos
y el Che tenía
cosas más importantes
en las que pensar.
No importa.
Si este poema atraviesa
la oscura noche
de entonces, la oscura noche
de ahora, como un audio
grabado al instante
por estos aparatos
modernísimos.
Y si mi amigo Beto
vuelve a escuchar mi voz,
de muchacho tímido
alguna vez, le diría
algo muy simple. Algo
sobre sus manos.
o sobre su pelo, o
sobre sus labios.
Sí, seguramente haga eso
y le hable de sus labios.
Tan nuevos,
tan revolucionarios
…de rojo carmesí.
© Osvaldo Bossi
Un poema que nos traslada a una época y con la sensibilidad de quién ama en silencio 🙂
ResponderEliminarEl eterno "muchacho de los helados" siempre rico con su tono confesional, lírico inmenso, instalado entre las voces más importantes de nuestra poesía. Gracias! Alfredo Lemon
ResponderEliminarHermoso poema de contexto y sentimientos profundos...muy bello. Fabiana León
ResponderEliminarOsvaldo querido, me encanta el tono íntimo de tu poesía y el infaltable humor que hace sonreír en medio del "mal de amor" que contás. Genial remate con Sandro. ¡Abrazo grande!
ResponderEliminarteregerez
Qué maravilloso poema Osvaldo!! Silvia Durruty
ResponderEliminarInmenso maestro. Tan lindo leerte
ResponderEliminar❤️🦋 Graciela Ballesteros
Tan originales tus poemas de amor, Osvaldo, tan perfectos...
ResponderEliminar
ResponderEliminarSu voz echada sobre la cama, qué hermoso eso. Me encantó.
Lily Chavez