La noche liberó ya sus húmedos
caballos oscuros
y yo voy de espaldas,
sin ritmo,
sin detención ni excusas,
en pedazos.
¿Por qué no terminar ahora
cuando todo es fácil,
cuando ni siquiera tu nombre
me toca
pues reino poderoso y solo
lejos de toda humana presencia?
Muero soberano.
Y los golpes de oscuridad
que vienen desde el fondo
no hallarán resistencia:
soy éste que se marcha,
aire en medio del aire,
apenas sonido
en los sonidos de la noche.
¿Por qué no ceder, entonces,
ahora,
entre dos pausas de luz,
los ojos fríos del silencio
cubriendo mi cara
como una mortaja hecha
con voces antiguas,
antiguas voces que también
me contienen
y pronuncian mi nombre
© Néstor Fenoglio
Nos deja sin palabras.MB. Gina E.
ResponderEliminarPrecioso!
ResponderEliminar"como una mortaja hecha de voces antiguas"... amé esa imagen
ResponderEliminarQué hermosas imágenes nos deja este poema. Fuerte!
ResponderEliminarPoema que veo como antídoto ante el dolor, remedio que libera a través de las palabras.
ResponderEliminarSaludos
Juany Rojas