MEDUSA
Me dicen La Gorgona
aunque éramos tres
me quedé con la historia y con el nombre.
Alguien que creía sabia
tejió serpientes en mi cabeza
amasó sobre mí
una envidia dentada y verde.
Sobre el altar de Atenea
me violó el dios de los mares
y me acusaron a mí de sacrilegio.
Sola
en las periferias de lo eterno
espero que vengan
a rescatarme.
Mis ojos
condenados a ser vistos
solo por la piedra
duermen esperando
que esto termine.
Por fortuna
la mortalidad me ha sido concedida
y la muerte llegó una noche
con el segundo que tocó mi cuerpo.
Él tampoco quiso verme.
Mi sangre
capaz de dar vida o de quitarla
fue el arma de quien menos me ha querido.
Envidiada
ultrajada
asesinada.
Aún me siguen llamando “monstruo”.
© Matías López
Oooh! qué fuerza tiene tu poema! y el remate formidable.
ResponderEliminarAbrazo.Teresa Gerez
Muchas gracias 😊
ResponderEliminarMuchas gracias, Teresa.
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