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16/4/23

Poema de Estela Zanlungo

 


 

Fértil

 

¿No querías un bosque?

¿No lo deseaste tomando tu casa por asalto

mientras se dilataba el canto de la luna?

¿No lo viste venir en la humedad suntuosa

del patio, después del riego de la tarde?

 

Crecía a tus espaldas,

cuando te desnudabas atrás del sosegado velador,

después de haber colgado el vestido,

y al soltarte

con la seda de fondo del tren de medianoche.

 

Entonces el roce de las sábanas te pulía las piernas,

y se enterraban las raíces

un poco más,

un poco más,

en el irrefrenable corazón de la tierra caliente.

 

Ahora que te sangran los dedos

al arrancar los brotes de la pared del cuarto,

pensás que apenas se insinuaban

con el café del desayuno.

 

Debiste haber previsto

que lo que se persigue con el cuerpo

termina dando flores

de una frondosidad indómita.

 

© Estela Zanlungo

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