Fértil
¿No querías un bosque?
¿No lo deseaste tomando tu casa por asalto
mientras se dilataba el canto de la luna?
¿No lo viste venir en la humedad suntuosa
del patio, después del riego de la tarde?
Crecía a tus espaldas,
cuando te desnudabas atrás del sosegado
velador,
después de haber colgado el vestido,
y al soltarte
con la seda de fondo del tren de
medianoche.
Entonces el roce de las sábanas te pulía
las piernas,
y se enterraban las raíces
un poco más,
un poco más,
en el irrefrenable corazón de la tierra
caliente.
Ahora que te sangran los dedos
al arrancar los brotes de la pared del
cuarto,
pensás que apenas se insinuaban
con el café del desayuno.
Debiste haber previsto
que lo que se persigue con el cuerpo
termina dando flores
de una frondosidad indómita.
© Estela Zanlungo
Muy bueno. Carlos Carbone
ResponderEliminarGracias, Carlos! Saludos!
EliminarUn erotismo escabroso, adoré
ResponderEliminarVale♥️😘😘
EliminarQué belleza !
ResponderEliminarBelleza!!!! Bravooo!!!
ResponderEliminarAbrazo, Gustavo!
EliminarQué maravilla Estela Me encanto Te abrazo . Anamaria Mayol
ResponderEliminarAna💚♥️💚
EliminarBellísimo!!! Ese bosque.... Silvia Durruty
ResponderEliminarSilvia, un abrazo!
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