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13/3/23

Poema de Néstor Fenoglio

 


Dios de las cosas, oscuro señor

de lo innombrable, habita también aquí,

en este ser creado para buscarte,

en este mendigo que atraviesa la noche

cantando,

desafiando tu firme consolidación

occidental y cristiana, tu toga púrpura

y tu presunción de universo. Yo sé que estás

impreciso, no formulado, disuelto

en la algarabía del caos,

ese siempre posible

no traducido a la imagen,

no consolidado tras la iconoclasta

barba benéfica, viril y mansa: demasiada perfecta

para lo que verdaderamente sé de ti.

Sé de ti que mueres en los límites

de todo como una ola interminable,

pero anulada ya desde su principio.

Sé también que danzas y tiemblas,

que desciendes hasta el fango

y que te embarras con pulcritud divina,

con clara conciencia de casta. Y sé

que coqueteas como una prostituta vieja,

que suplicas ya sin dignidad posible

para ser finalmente habitado.

Yo sé que te quemas helado en el vacío

lleno de todo que eres, en esa pretendida

existencia de las enumeraciones, nombres

puestos a designar las partes de tu cuerpo.

Sé que te balanceas insomne por la noche,

acosado por los perros y sé que huyes de ti

y caes a este rincón donde te escribes,

donde formulas un lamento seco

y vuelves luego hastiado a sostener

la trama del universo.

 

© Néstor Fenoglio

3 comentarios:

  1. Inquietante plegaria. Muy bien escrita, sentida... Alfredo Lemon

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  2. Hermoso, gracias, Irene.

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  3. ¡Gracias, Gustavo! (el Fenoglio).

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