Una
parábola del viento
llega
con el sonido tibio de la lluvia.
Se
oculta en los mosaicos /
en
las fotos
(que a veces parecen tener vida).
A los hombres de mi familia
que ya no están
los veo a menudo.
En la sonrisa de mis hijos
encuentro los ojos de mi viejo /
en mis hombros, los mismos lunares.
En la imagen de mi hogar, su esfuerzo.
En
el rostro de mis sobrinos
también veo
la mirada de mi hermano.
Esa es la trascendencia / pienso /
donde el olvido no tiene espacio
en los genes que se prolongan.
Ellos /
los hombres de mi familia /
tuvieron y tienen
la virtud de decir
sin siquiera pronunciar palabras.
Todos ellos dicen con los ojos.
Los de mi padre y los de mi hermano
germinan lágrimas
como arpón en la memoria
y solo ahí vencen, cada vez
la muerte
que de tan maldita
los ha
dejado solos.
© Myriam Arcerito
Muy bueno Myriam. "la muerte que de tan maldita los ha dejado solos". Final de aplauso. Alfredo Lemon
ResponderEliminar¡Gracias infinitas!
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