La atmósfera se cumbia
el domingo a las tres de la tarde
y se respira el aliento del río,
marihuana, cerveza y carbón.
En el camping suenan los Visconti:
Y no es que me arrepienta
de haberte amado tanto.
En los Dunas, el reguetón bombea
en el camino serpenteado
y uno siente perderse
en un juncal infinito
salpicado por casas de chapas
sobre pilotes donde amarran
botes desalmados
y perros que ladran
a nuestro paso.
© Martín Raninqueo
Me llevó directo a aquellos médanos de mi infancia, cuando Las Grutas era desconocido para el mundo... y era hermoso.
ResponderEliminarLo que se observa afuera y también un paisaje interior.
ResponderEliminarAbrazo, Martín,
Catalina Boccardo
Qué bueno encontrar esa singularidad en tu poesía. Un abrazo
ResponderEliminarAmo tu poesía Ranquineo!
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