Usted pasa a mi lado
muchas veces
sin mirarme, claro.
Yo lo veo venir
y su sombra,
su perfecta sombra, que se le adelanta,
acaricia mi cuerpo
despacio.
Nunca llegué a tocarlo
pero cuánto daría
no con lujuria, sino tocarlo apenas,
con la punta de los dedos,
en la frente
o en la piel de los párpados.
Pero usted dice siempre
que es tarde
aunque yo le adivino
el temor a arriesgarse
entonces, no me mira,
cuando pasa a mi lado,
ni yo lo he tocado
aunque cuánto daría
usted, por temeroso
y yo, por compostura.
Estamos a salvo.
© Irene Scalabrelli
El juego amoroso, el perfecto deseo se pone a salvó, aunque no. Buen juego en el desarrollo . M. Comelli
ResponderEliminarGracias!!
EliminarBello Bello!!
ResponderEliminarflora levi
Gracias!!
EliminarUsted señora sabe decir, conoce la belleza de las palabras.
ResponderEliminarLily Chavez
Te quiero Lily!!
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