Amante adulta
Llegué de nuevo tarde a una lectura
y empecé a saludar como quien dice
chau, pero me repuse y me escondí
en los libros con menos premios de
todos esos blanquísimos estantes.
Agarré uno al azar y leí en voz alta:
yo que sentí el horror de los espejos.
Justo te vi. También buscabas un
refugio. Susurraste no sé qué
tontería de mi bolso. Supe ahí
de la fractura de mi voz en unos
meses, disimulada por la calma
que iba a representar. Y reaccioné
entrecerrando apenas los omóplatos.
El
séptimo verso cita el primero del poema “Espejos” de Jorge Luis Borges.
Bonito poema.
ResponderEliminarBueno y muy gráfico.
ResponderEliminarGracias
Juany Rojas