Atrás queda el insistente silbido del vacío
nada que explicar, nada
ni el cuerpo dormido
ni la ausencia de frutos en el árbol
cuelga de cabeza el
n
í
d
r
a
j
los pájaros vuelan
en otro techo duermen los gatos
ya no hay voces que
nos nombren
solo una pregunta
que lame despacio
las collillas en el patio
el ropaje de las miradas
y ese punto de fuga
que nos duerme las manos.
© Natalia Garay
¡Que bonito!
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