La musa ciega
Llevo tus pupilas
como dos luciérnagas
escondidas en un
fragmento de roca,
la luz opaca del tiempo
es una bifurcación
de calles perdidas,
tu vientre es un descenso
a mi locura
con monolitos
formando la espera
de cualquier epitafio.
Soltamos la epidermis
para perdernos
en el rumor de la
sombra
de nuestra ceguera
con calendarios
en la espalda
tatuados a la deriva
como coleccionando
el tiempo
en frondosos troncos
que están destinados
al fuego.
Nuestras lenguas danzan
soltando piropos
como dardos sin rumbo
porque te pretendo
y te escondes
y cuando me buscas
yo duermo
y ambos carcomemos
los poemas maltrechos
extraídos del tórax
y que nos lastiman,
pero te beso
y me besas
he hilamos sueños
de noche
con caricias furtivas
que vuelan
como pájaros
ciegos.
© César Curiel
No hay comentarios:
Publicar un comentario