Fibrilación auricular
Yo ya no fumaba adentro de casa
y me levanté a buscar un cigarrillo.
Lo que decías era suave y luminoso,
pero tu pierna debajo de la mesa,
seguía un
ritmo de penumbra
parecido a la presión de tu mano en la sala
de partos
el día que nació Agustina.
Después cada uno subió la escalera en
diferentes momentos.
Yo me metí en la cama con la camisa
que había usado durante el día.
Cuando entraste en el cuarto, fingí dormir.
El regalo fue tu ronquido inmediato,
señal de que todo estaba bien con tu
corazón.
© Roxana Palacios
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