Un mirlo ha guardado
su pico en el otoño.
Cuando llegue el verano
restañará los amarillos
con los fragores del azafrán.
Me quedaré con su canto
y mis antiguas sombras.
Hasta que el viejo banco
con los huesos cansados
que resiste en la plaza
admita confidencias.
Le dejaré dicho
que coloque una moneda
sobre los ojos del miedo.
Le dejaré dicho que recoja
todas las palabras del aire
para que nadie encuentre
las cruces que dejé como señales.
© Marta Elena Guzmán
Precioso poema...ahhh cuántas imágenes. Y ese final 💔❤️🦋 Graciela Ballesteros
ResponderEliminarExcelente, querida poeta amiga!!!... Gran abrazo!!!
ResponderEliminarMuy buen poema con muchas imágenes y
ResponderEliminarColores.
Ana Romano
Bello. Te deja pensando....
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